SANTO DOMINGO (R. Dominicana).- Cuando en la noche del domingo, y antes del cómputo definitivo, Miguel Vargas Maldonado habló frente a la prensa para agradecer a los perredeístas el "triunfo" de su reelección, junto a él se encontraba Rafael (Fiquito) Vásquez, miembro de la Comisión Organizadora Nacional.
Leyendo un discurso a todas luces escrito por otros, Vargas Maldonado dijo no poder abstraerse de "reflexionar profundamente frente a las acciones de vandalismo electoral con que se trató de boicotear el desarrollo de la convención nacional de un partido que, como el PRD, siempre ha sido objeto (sic) de respeto a los principios y valores democráticos".
El preámbulo "reflexivo" conducía a una sola afirmación posible: que el más publicitado de los hechos de violencia propiciados por el "vandalismo electoral", el tiroteo en la casa nacional del PRD, fue consecuencia del intento de irrupción (interrupción, dijo Vargas Maldonado al leer el discurso) de "una turba de individuos que quiso entrar a la casa nacional violentando el procedimiento de prechequeo establecido por las autoridades de la Comisión Organizadora".
"Con esa acción se pretendió repetir la interrupción violenta de la reunión pacífica que efectuaba el comité ejecutivo nacional en fecha 27 de enero de 2013, cuando fue asaltada nuestra casa nacional, con la diferencia de que esta vez estábamos alerta y nuestros compañeros rechazaron tal ataque", añadió Vargas Maldonado.
Fiquito Vásquez, impertérrito, continuaba a su diestra. El mismo que respondió al reclamo del camarógrafo de Noticias SIN despojado de su tarjeta de video afirmando que no podía hacer nada para restituiírsela.
Casi con toda seguridad, Vargas Maldonado y su equipo no previeron que el despojo del video al camarógrafo Víctor Vicente crearía tal estruendo en la opinión pública. Habrían confiado en que el hecho no pasaría de un incidente más, perdido en una maraña de comentarios de condena -que su discurso trataba de inducir-- a los revoltosos impenitentes y sospechosos habituales.
El domingo, después del tiroteo, presurosos dirigentes de la facción miguelista combinaron dos ingredientes: la culpabilización por los incidentes a los seguidores de Guido Gómez Mazara, y la acusación a la prensa de manipular las informaciones sobre lo ocurrido en la casa nacional y, en general, en numerosos centros de votación en todo el país.
Parejamente, repetían el sonsonete de la calidad hiperdemocrática de la convención y, como si creyeran que el sol puede ser tapado con un dedo, de la calma con que transcurrían las votaciones en esa "fiesta de la democracia" miguelista. Como Humpty Dumpty, el de Alicia en el país de las maravillas, hablaban convencidos de "las palabras significan lo que yo quiero que signifiquen, que para eso soy el que manda".
Pero no. La tecnología ha democratizado la palabra y por los más diversos canales, formales y redes sociales, comenzaron a fluir imágenes que develaban de manera casi instantánea lo que acontecía en los predios del local desbordado por enfebrecidos militantes miguelistas. Las cámaras estaban "en el lugar de los hechos" y las imágenes eran transmitidas sin editar en los canales que cubrían las incidencias de la convención. Y estaban los periodistas y fotógrafos, testigos y víctimas ellos mismos de atropellos.
De todo este material fílmico captado ese día, el video de SIN se convirtió en pieza clave. La opinión pública se preguntó de inmediato qué trataban de ocultar los seguidores de Miguel Vargas Maldonado para arriesgarse al hecho odioso de despojar a un periodista de su material de trabajo. Y exigió su devolución, no tanto por lo que la retención tenía de agresión a la libertad de información, como por conocer el contenido que se procuraba escamotearle.
La respuesta fue obtenida en la noche de este martes. Cercados por el reclamo público, los dirigentes miguelistas jugaron a cara o cruz y entregaron el video. No hacerlo hubiera sido un atolladero del que no podrían salir. Mutilarlo, autoinculparse. Estaban en un callejón sin salida. Y se aferraron a la tabla de náufrago de prometer una investigación que, a decir de Víctor Gómez Casanova, se tomará su tiempo.
Las imágenes captadas, y ahora públicas, dan un mentís a la acusación a Guido Gómez Mazara de constituirse en "turba" para asaltar el local. A este se le ve abandonar el lugar bastante tiempo antes de producirse el tiroteo sin que pudiera traspasar la puerta cerrada con candado por órdenes de Julio Mariñez. No le valió reclamar su condición de candidato, ni invocar estatutos o cosas parecidas.
Más importante aún: la grabación recoge las instrucciones de disparar contra los contrarios impartidas por una voz identificada como la de Fiquito Vásquez: "Tira, tira, tira, que esos no son de nosotros", "el que brincó se murió. El que brincó ahí arriba, esa es la orden que hay".
A esa orden de matar al que "brincara" se refería Miguel Vargas Maldonado cuando dijo, estableciendo la diferencia con enero de 2013, que "esta vez estábamos alerta y nuestros compañeros rechazaron tal ataque". Quien la impartió estaba a su lado, aplaudiendo de pie su discurso.
Si Humpty Dumpty hubiera vivido en el siglo XXI podría seguir intentando darle el significado que quisiera a las palabras, como lo han intentado los miguelistas en estos días, pero sabría que su éxito no estaría asegurado. La sociedad está hoy de ambos lados del espejo.
http://www.7dias.com.do/portada/2014/07/23/i168716_fiquito-vasquez-quien-habria-ordenado-disparar-estado-siempre-diestra-miguel-vargas-maldonado.html#.U9B8v2OTH5w
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